TRAS LAS HUELLAS DE UN LLAMADO CERRO RICO



martes, 24 de marzo de 2020

Vida


Bicharraco encantador,
que un día nos reúne y nos embriaga,
y luego nos separa
y nos encierra en un bombillo.
Otro día nos libera y nos sonríe
y al siguiente nos arranca el pecho,
pero casi siempre nos devuelve los pulmones.
Por la tardecita
nos da pan con mermelada
y nos escucha y nos comprende
y después nos da un calvazo
y nos arranca el pelo y los colmillos
y nos mastica
y nos vomita en el desierto.
Al caer la noche nos rescata,
y depronto se le da por darnos picos,
y nos resuelve la angustia con algún versito.
Un versito que dice que nada es verdad,
que era todo un chiste,
que no pasa nada,
que prenda la tele y se relaja,
que el tirano no existía,
que solo hay que empezar de nuevo.
Siempre hay otra ruta
y otro vericueto.
Y claro,
nos cagamos de la risa y bailamos
y celebramos que no era nada malo,
que todo era muy bueno.
Y bebemos y regamos la champaña,
y volvemos a reírnos.
Tan bobos que éramos
pensando que había cosas malas.
Qué bobos que éramos creyendo en esas cosas.
Y entonces nos fumamos uno
y tomamos más champaña
de esa que es muy cara
y que toman por ahí los ricos.
Y nos volvemos a reír
y todo tan bueno
y entonces nos besamos
y nos tocamos y nos empelotamos
y nos damos palmaditas en el culo
y volvemos a reír
y nos abrazamos y todo tan bueno.
Y con todo eso tan bueno,
pues nos damos un piquito
y un piquito más y otro piquito,
y entonces otra vida.
Diego Moreno
(Cuarentena, día 4)

jueves, 25 de octubre de 2018

miércoles, 24 de octubre de 2018

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Esta noche, miles de mujeres latinoamericanas van rumbo a Trelew, para celebrar y afianzar su fuerza colectiva, para pisar cada vez más firme esta tierra que nos parió a todxs. Con esta foto me sumo a su insurrección, que también es la mía.
Fotografía: Uruguay,  2018
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Y Lucía no paró nunca de danzar, hasta que logró que el mar diluyera su reflejo.
Osorno, Chile 2016
Este ha sido un año intenso en Suramérica. Los sismos políticos que han sacudido a Argentina, Brasil y Colombia me han movido fuerte. He pensado mucho en nuestros pueblos, en nosotrxs, en nuestra gente.
Con respecto a estas sensaciones, acá les comparto un relato breve que escribí hace un par de meses.



LOS COLOMBIANOS
Por: Diego Moreno
Se va a caer el cielo ―me dijo doña Marta.
El cerro de enfrente se perdía en la neblina, y unos nubarrones negros se acercaban a nosotros. Eran las seis y pico de la tarde y la luz empezaba a decaer.
Doña Marta y yo estábamos sentados sobre dos cajas de tomates, en la terraza de su casa. Ella pelaba semillas de linaza que sacaba de un costal. Yo miraba las arrugas en sus manos.
Al fondo, los cultivos de cebolla junca cubrían la tierra de verde, y la humedad levantaba un olor dulzón. Entre las eras, y azadón en mano, don Darío deshijaba algunas plantas, y preparaba unos manojos que iba a vender en el pueblo al otro día. Lo único que se oía eran sus golpeteos en la tierra, mezclados con un ladrido lejano.
Desde hacía un par de años, yo vivía cerca de ellos. Compartíamos la montaña. Todos los días iba a estudiar y a trabajar en Medellín ―a media hora de viaje―, pero cuando volvía temprano, los visitaba al atardecer. Mejor dicho, visitaba a doña Marta, que siempre estaba ahí. Nació ahí y nunca se fue de ahí. Ella nunca se alejaba de los alrededores de la casa. A mí me gustaba tomar café con ella y escucharle las historias. Me aquietaba, me bajaba el ritmo de la ciudad.
En silencio, ella cada tanto le echaba un vistazo a don Darío en la huerta, y después volvía a dejar perder la mirada entre las nubes.
―¿Usted sabía ―me dijo, señalando el boquerón de San Cristóbal―, que por allá, por entre esas montañas llegaron los colombianos a Medellín? ―Hizo una pausa y se acomodó el pelo, más blanco que nunca―. Eso fue hace como mil años.
―¿Los colombianos?― alcancé a decir, pero ella siguió:
―Llegaron un montón de colombianos a caballo y se apoderaron de todo esto. ―Hizo un paneo con el brazo, señalando el valle y las montañas.
Quise preguntarle algo pero no me salió nada. La neblina aumentaba. Don Darío parecía haber terminado su jornada y ahora organizaba las herramientas a un costado de la huerta. Ya el boquerón se había perdido entre las nubes y la penumbra que llegaba con la noche.
―Gracias a mi Dios ―siguió diciendo doña Marta―, nosotros hemos tenido la suerte de que nadie nos haya sacado de este pedacito de tierra. ―Yo la miré a los ojos, y ella me sostuvo la mirada―. Nunca se han aparecido por acá los colombianos pa’ echarnos de la tierrita.
Otra vez intenté decir algo, pero otra vez no supe qué. Nos quedamos en silencio mirando al horizonte. Yo imaginaba a miles de hombres cabalgando por la montaña hacia nosotros y revoleando las espadas.
Doña Marta reaccionó y, apresurada, recogió algunas semillas del piso, las metió en el costal y se levantó.
Yo no entendía su prisa.
―Córrale pa’ adentro que se viene― dijo, mientras entraba a la casa.
―¿Se viene qué? ―Pegué un salto y miré alrededor. No vi nada raro.
La tormenta se vino con todo. Salí corriendo hacia mi casa.
―¡Hasta luego, doña Marta! ―grité.
El cielo se estaba cayendo.

jueves, 15 de octubre de 2015



Como muchos de ustedes saben, Colombia exige "NO MÁS GUERRA".
Las negociaciones de paz avanzan lentamente, dando tumbos entre obstáculos impuestos por algunos insensatos: diosecitos de cristal que –desde sus poltronas– disfrutan viendo cómo el pueblo se desangra. Y es que, claro, la guerra incrementa la riqueza de esos diosecitos tristes, llena de oro el vacío de sus panzas insaciables.  
Como colombiano, yo he vivido la crudeza de la guerra. He oído los gritos de dolor, y algunas veces he gritado.
Hace un tiempo, tras presenciar uno más de los absurdos bélicos, escribí el poema que aquí les comparto. Compartirlo es sólo un intento por sumar voces que exijan "NO MÁS GUERRA".


Absurdo
(Ausencias de guerra)

Ecos,
murmullos, 
acechos de muerte.
Gritos de miedo de noches de sombra.

Entre un bosque de olvidos,
dos niños se atreven a cazar la luna.
Los lobos anuncian fusiles hambrientos.
Los niños no escuchan:
apuntan disparan fallan y ríen.
De nuevo disparan:
El cielo se apaga,
el mundo se pausa.

Se acercan susurros y pasos sin nombre.
Sin nombre y sin rostro.  
Un par de estallidos aturden el bosque.
                                
                                  Aleteos,
                                  derrumbe de ramas derrames estruendos.
                                  Dos gritos sin eco.

Ya sólo hay penumbras,
penumbras de ausencia.
Bosques teñidos de negro silencio.
Mutismos de muerte.

sábado, 7 de febrero de 2015


Hola gente, comparto el link de la Revista Axxón, donde hay un cuento que escribí hace unos meses. Un abrazo
http://axxon.com.ar/…/cuento-de-papel-y-tinta-azul-diego-m…/

COLOMBIA   Ilustración: Pedro Belushi Qué dilema, pensaba Marcos, buscando una banca en el parque...
axxon.com.ar|De Eduardo J. Carletti

Boceto de tinta sobre arena II

BRASIL, JERICOACUARA

Boceto de tinta sobre cielo de papel


Boceto de tinta sobre arena I

BRASI, JERICOACUARA.
Hola gente, les comparto un filminuto (mudo) que hice hace poco. Debería llamarlo filmimudo, aunque eso suena a osito de peluche deshilachado y mueco -sin mencionar que es sordo-. En fin, más que un video o un poema es algo así como un delirio y unas mil cien patas. Tal vez una breve invitación a escuchar el vuelo de la hoja que se lanzó del sauce.

domingo, 13 de abril de 2014

SUEÑOS FLOTANTES

BRASIL, JERICOACUARA (CEARÁ)

BRASIL, RIO AMAZONAS




miércoles, 9 de abril de 2014

SUEÑOS

COLOMBIA, ISLA FUERTE
                                    


Argentina, Iruya

                                       
Colombia, Moñitos


                                   





jueves, 3 de octubre de 2013

miércoles, 28 de agosto de 2013

Puerto Valdivia, Antioquia, Colombia.


"Las rutas del tiempo"


Pizac, Depto. de Cuzco, Perú (2007)
Millones de golpes tributados a la tierra, miles de jornadas bajo el sol ardiente y el gélido viento dibujadas en la piel de este guerrero de mil años.
Hoy, con la tierra impregnada en el cuerpo y el tiempo trazado en el rostro, quema y succiona lenta y pausadamente un pequeño trozo de aquel extraño mundo industrial, pero ahora con la serenidad y el sosiego alcanzados luego de un largo camino.


martes, 31 de agosto de 2010

CANTO POR LA VIDA EN MEDIO DE LA MUERTE


En medio de la más cruda violencia, aún muchos apuestan por la vida.
MUNICIPIO DE MOÑITOS. COLOMBIA, 2009